“Quería deciros que si elegí el oficio de maestro fue porque guardo un mal recuerdo de mi juventud y porque no me gusta la forma en que se trata a los niños. La vida no es fácil, es dura, y es importante que aprendáis a endureceros para que podáis enfrentaros a ella; ojo, endureceros, no ser insensibles. Por una especie de extraño equilibrio, aquéllos que tuvieron una infancia difícil están generalmente mejor dotados para enfrentarse a la vida adulta que aquellos otros que disfrutaron de protección o de un exceso de cariño. Es una especie de ley de compensación. Más adelante tendréis hijos, y yo espero que vosotros los queráis y que ellos os quieran. En realidad, ellos os querrán si vosotros los queréis. Si no, traspasarán su amor o su afecto, su ternura, a otras personas o a otras cosas. Porque la vida está hecha de ese modo: no podemos vivir sin querer y ser queridos”.
Extracto del guión del largometraje “La Piel Dura” (François Truffaut, 1976)